Asertividad: la importancia de saber decir NO

Los seres humanos somos seres sociales, por lo que las habilidades de comunicación son fundamentales para relacionarnos con los demás. La asertividad es una de las habilidades sociales que consiste en defender nuestros derechos y expresar nuestras opiniones o intereses sin vulnerar los derechos de los demás y también respetando las necesidades propias. La comunicación asertiva se encuentra entre otros dos estilos de comunicación: pasivo y agresivo. En el primero no se defienden los derechos personales, poniendo por encima los intereses de los demás. En la comunicación agresiva no se tienen en cuenta los derechos de los demás.

La habilidad asertiva no es innata, por lo que a través del entrenamiento en ella podemos incluirla en nuestro repertorio comportamental, teniendo efectos beneficiosos en nuestra autoestima y equilibrio emocional. Una de las principales estrategias de la asertividad que más dificultad plantea en el individuo es la habilidad de decir no.

En primer lugar, aumenta nuestro sentimiento de seguridad, dándonos mayor libertad y capacidad de expresión, tomando nuestras propias decisiones, hacemos que tengamos más control sobre nuestra vida y aumente nuestra autoestima. Todo ello a largo plazo dará lugar a una mayor confianza en nosotros mismos.

En segundo lugar, evitamos manipulaciones por parte de los demás. El hecho de saber decir no nos hace establecer unos límites necesarios hacia los demás que, si no los hubiese, puede crear sentimientos de frustración o rencor hacia la otra persona.

Por último, el decir no es un derecho asertivo que todo ser humano tiene.

Principalmente, nos cuesta tanto decir no por el sentimiento de culpabilidad que nos genera, ya que, a lo largo de la historia de nuestro aprendizaje, la sociedad nos ha enseñado a priorizar las necesidades de los demás antes que las nuestras.

Puede generarnos falta de responsabilidad hacia el otro al decir no, ya que prima más la sobre implicación hacia el resto que hacia nosotros mismos. Podemos considerarlo como un acto egoísta el hecho de pensar en uno mismo.

La opinión de otros es un hecho que influye negativamente; el miedo al qué dirán o qué pensarán o miedo al rechazo. El querer decir no puede generarnos algunos pensamientos como la sobreestimación de la posibilidad de que el otro se enfade con nosotros y la magnificación de su enfado, pensamientos que nos paralizan en nuestra toma de decisiones.

En primer lugar, es fundamental identificar las situaciones concretas en las que nos cuesta más decir no y empezar en ellas a ponerlo en práctica para posteriormente generalizarlo a las demás situaciones.

En segundo lugar, expresar la negativa «no» de una manera tranquila y firme. Puede ser muy beneficioso explicarle a la otra persona que entendemos su petición, que se sienta comprendida.

Posteriormente, explicaremos nuestros motivos de la negativa hasta el punto de que consideremos oportuno, esto ayudará a que la otra persona comprenda nuestra postura. Las explicaciones que queramos dar forman parte de nuestros derechos asertivos, es importante no caer en explicaciones confusas con el fin de poner excusas y sentirse con el derecho de considerar no dar explicaciones si así se considera necesario.

Algunas de las principales estrategias de asertividad que nos pueden servir para decir no son:

  • La Técnica del Sándwich: utilizar expresiones positivas antes y después de rechazar la petición.

Ejemplo: Un amigo te dice que vayas con él al cine, pero a ti te apetece quedarte en tu casa.

Respuesta asertiva: Me alegro de que te hayas acordado de mí para ir al cine (expresión positiva) pero no puedo ir esta tarde al cine (rechazo de la petición), cuando pueda te avisaré y podremos ir juntos (expresión positiva).

  • La Técnica Disco Rayado: cuando hemos expresado nuestro rechazo hacia la petición, algunas personas siguen insistiendo. Ante esta situación se seguiría repitiendo el mismo mensaje sin añadir ninguna explicación más de una manera serena y tranquila. De esta manera, la otra persona se verá forzada a respetar tu decisión ante la falta de vulnerabilidad mostrada en tu contestación.

Ejemplo: Un dependiente de una tienda te invita a probar un nuevo producto.

Dependiente: Hemos traído un nuevo producto de oferta que seguro que le gusta.

Respuesta asertiva: No gracias, no me interesa.

Dependiente: Es solo probarlo, seguro que le gusta.

Respuesta asertiva: No gracias, no me interesa.

FUENTE: PSICÓLOGOS EN ACCIÓN

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