La sencilla regla para generar dopamina de un experto en longevidad
La salud mental se cuida desde que te levantas”, dicen los expertos. Y el optimismo, en cierta medida, también.
Todo esto ayuda a generar las llamadas hormonas y moléculas del bienestar. Así lo explica en su libro Guess My Age If You Can el doctor Olivier Courtin-Clarins, director del grupo Clarins y experto en envejecimiento saludable. Su libro es un recorrido, de la mano de varios especialistas en longevidad, por todas aquellas cosas que podamos hacer (y que no están determinadas genéticamente) para envejecer bien, menos deprisa y con mejor calidad de vida.
El círculo virtuoso de las emociones positivas
En este análisis se dedican varias líneas a cómo las emociones positivas crean un “círculo virtuoso” que estimula la habilidad del cuerpo para repararse, relajarse y generar hormonas de bienestar, entre las que se incluyen la dopamina, la serotonina, las endorfinas y la oxitocina.
Una de las recomendaciones fáciles de Courtin-Clarins para cultivar ese optimismo es: “Regalarse a uno mismo algo bueno tres veces al día”.
“Ser optimista es algo que tienes que trabajar cada día”, señala el experto.
Pequeños gestos para mejorar el bienestar
Son cosas sencillas que ayudan tremendamente a nuestro bienestar, como:
- Cocinar.
- Practicar journaling.
- Dar un abrazo de 30 segundos.
- Tomar un baño relajante.
- Disfrutar de un café sin hacer nada más (en soledad o practicando el fika, la costumbre sueca de detenerse para tomar café con amigos o familiares).
- Bailar durante tres minutos al ritmo de tu canción favorita.
La filosofía Three Buzzes a Day
Esta recomendación parte de la filosofía de Florence Servan-Schreiber y su método Three Buzzes a Day. En su libro 3 Subidones al Día: Cómo Activar tu Optimismo para Ser Más Feliz, explica cómo pequeños momentos de felicidad pueden transformar nuestra perspectiva.
Courtin-Clarins lo resume así:
“Anota, piensa y recuerda tres cosas buenas que hayan pasado durante el día. Esto ilumina tus pensamientos y te anima a ver el vaso medio lleno. Cambia la manera en que ves las cosas día a día y estimula la secreción de moléculas de bienestar”, apunta.
Cultivar el optimismo (y segregar dopamina y otras hormonas del bienestar)
Es interesante otro detalle importante que se cuenta en el libro en una de las entrevistas que Cortin-Clarins mantiene con Catherine Testa, fundadora de L’Optimisme.com. “Todos los estudios coinciden en que entre el 30 y el 50% de los rasgos de la personalidad están determinados biológicamente. Esto significa que entre el 50 y el 70% de esos rasgos podemos adquirirlos y trabajarlos a lo largo de nuestra vida”, explica. Y aunque el entorno y las personas que nos rodean influyen, también “podemos tomar medidas para ser optimistas”. Y en este trabajo entran en juego los gestos y hábitos que estimulan las hormonas del bienestar. “Cuando alguien me pregunta si existe receta para la felicidad, normalmente digo que para ser feliz hay que ser optimista y echar mano de tus propios recursos”, señala Courtin-Clarins. Y sí, estimular estas hormonas es posible.
El experto habla de oxitocina (relacionada con sentimiento de seguridad y confianza en las relaciones sociales); serotonina (más vinculada a las emociones y el estado de ánimo); endorfinas (causan sentimiento de euforia y previenen el estrés y el dolor) y la dopamina. Está última “es responsable de sentimientos de motivación y recompensa. Propicia un sentimiento de placer”, explica. Y aunque comúnmente hablamos de ellas como hormonas de bienestar, son muchos los expertos que insisten en que realmente son neurotransmisores de felicidad asociados con la regulación del estado de ánimo, la sensación de bienestar y la reducción de la ansiedad. En el caso concreto de la dopamina es un neurotransmisor que provoca una sensación rápida de placer más energizante y estimulante.
Reír nunca falla
A la hora de buscar esos 3 subidones al día para activar nuestro bienestar, hay uno que nunca falla: la risa. Está demostrado que tanto la natural como la voluntaria generan dopamina. Así nos lo explica la psicóloga Lourdes Ramón, de Clínica Palasiet. “La ínsula, que es una de las partes del cerebro más implicadas en la identidad, se activa cuando vemos a alguien sonreír o cuando sonreímos nosotros mismos. Vemos el poder que tiene una sonrisa sobre nosotros, porque el cerebro dedica una gran cantidad de neuronas a la cara.
Cuando sonreímos hay un aumento de endorfinas, neuropéptidos, dopamina y serotonina, estas hormonas cuando actúan en conjunto son capaces de disminuir el estrés, bajar la frecuencia cardíaca, aumentar la productividad y reducir la ansiedad”.
Fuente: Vogue Spain